Esta exposición consta de 6 series realizadas entre 2009 y 2013. En todas se trata la relación de la ciudad y la naturaleza con la intervención del hombre.

Según la comisaria y crítica de arte, Rocío Alés: “Siguiendo uno de los temas capitales en torno al cual han girado las reflexiones de muchos de los grandes creadores de la Historia del Arte, Gabri Solera (Madrid, 1983), nos muestra, a través de diferentes ópticas, la invasión que el espacio natural ha sufrido a consecuencia directa de la civilización, sumergiéndose para ello en una constante búsqueda de las interrelaciones existentes entre la naturaleza y la ciudad. Los transvases entre ambos contextos llevan al artista a plasmar por un lado, visiones reales pero no por ello carentes de cierta irrealidad. […] Su estilo, caracterizado por sus visiones panorámicas en primera instancia objetivas, aunque no carentes de subjetividad y conceptualidad, sobre las que trabaja de forma constante, reflejan una imperiosa necesidad de creación y superación, volviendo a la misma problemática como si de un libro imposible de cerrar se tratase. Y es que naturaleza y ciudad como anteriormente hemos apuntado, han sido uno de los grandes temas a tratar a lo largo de la Historia del Arte, siendo la visión de Gabri Solera la mezcla contemporánea entre contenido y forma, ya que nos muestra el reflejo que en la actualidad poseemos en relación a dicha problemática, plasmándolo en uno soportes por excelencia de nuestro tiempo, la fotografía”.

Según Francisco Blanco, de la Fundación Venancio Blanco: “La realidad le capta y él la capta: le detiene, le incita; la analiza y hace suya. No es cuestión de tiempo sino de constancia. El artista nos revela entonces su mundo más personal. El fotógrafo descubre la belleza, oculta o enmascarada a veces, y la transforma en una nueva belleza, otra distinta, que nace del alma del autor. Gabri Solera escoge sus pretextos del entorno, y sabe ir más allá: es creativo. No plasma sólo, inventa y sugiere. Intuición y reflexión conviven. Nos conduce así a su universo propio, en el que naturaleza y urbe vibran individualmente o en singular diálogo. El ser humano se incorpora al escenario en ocasiones como elemento compositivo o conceptual. Y tampoco le es ajeno el contexto más material que nos circunda, que logra convertir en un acierto estético, más que amable o atractivo. El repertorio es amplio y diverso, pero participa de una misma sensibilidad. […] Su producción invita a un análisis serio y reposado, opuesto a toda superficialidad, que no existe. Las fotografías de Solera cuentan una historia, pero no son mera narración. No hay un solo plano, sino varios, y prevalece el discurso sobre el símbolo. Hay ocurrencia, pero no sola ocurrencia. La invención no sirve si no va unida al hecho plástico. El ingenio pretencioso sin belleza, que es riqueza y rigor, hondura, resulta desatino torpe, insustancial, no puede ser arte. Nada más lejos de lo que el verdadero creador concibe. Gabri juega con la forma y el color: son el ritmo y el sonido de su música. Hay armonía, dibujo, equilibrio. Desenvolviéndose en una variedad amena de registros, su composición es clara, decidida, sin excesos. Es pulcro y cuidadoso, como el lenguaje que utiliza. Rezuman ciertas obras un regusto de los grandes: Gauguin, Pollock, Rodchenko… pero la impronta es del fotógrafo. La reiteración geométrica como recurso evoca a algunos de los nuestros, como Sempere o Calatrava. La cámara de Gabri Solera engendra de la figuración una abstracción: hay auténtica metamorfosis, pero solo visual, no cabe otra: he ahí el reto. Sus fotografías no engañan: muestran una evidencia diferente, que sorprende y atrae, sin sobresalto. […] Aún en los comienzos, intuimos en Gabri Solera un devenir prometedor, vital, que nos mantiene expectantes y despierta en nosotros una serena inquietud, como la suya”.

www.gabrisolera.com